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Sector: Asuntos Corporativos|Relaciones Gubernamentales y Asuntos Públicos|Relaciones Internacionales|Sostenibilidad

Análisis elecciones Galicia

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¿Te has preguntado qué está pasando en el panorama político de Galicia tras las recientes elecciones autonómicas? ¡Tenemos todas las respuestas que necesitas!

Descubre:

  • Quién es Alfonso Rueda, el candidato que ha capturado la atención de todos.
  • Las medidas y promesas que el candidato ganador trae para Galicia.
  • Fechas clave que marcarán los próximos pasos en la política regional.

Descarga el análisis completo y conoce todos los detalles.

 

ANÁLISIS DE PRIORIDADES DEL GOBIERNO PARA LA LEGISLATURA

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Desde el departamento de Asuntos Públicos de Grayling España, hemos elaborado un resumen de las primeras comparecencias ministeriales para desvelar sus prioridades.

Hemos analizado las políticas propuestas y los proyectos estratégicos presentados por las 10 carteras ministeriales más influyentes, brindándote una perspectiva clara y concisa de lo que está por venir.

Si quieres entender las futuras direcciones de nuestra política nacional, puedes descargar el análisis aquí: Análisis prioridades del gobierno para la legislatura

Cambio y Continuidad: una mirada a la XV legislatura

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El equipo de Asuntos Públicos de Grayling España te invita a explorar un conciso análisis sobre los desafíos que aguardan en la próxima legislatura, tras la investidura de los nuevos ministros.

Adéntrate en los retos que enfrentará el nuevo gobierno, obteniendo una visión completa de su trayectoria y objetivos.

Descarga este documento ahora para sumergirte en este tema de gran relevancia

 

SÁNCHEZ PRESIDENTE: claves de la nueva legislatura

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Desde el equipo de Asuntos Públicos de Grayling España compartimos con vosotros un conciso análisis de los próximos hitos clave en el proceso político post-investidura.

Explora también los OCHO COMPROMISOS clave del nuevo gobierno, obteniendo una visión detallada de sus objetivos y estrategias.

Informe investidura

Nuevo Paquete Europeo de Energía Eólica

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El 24 de octubre, la Comisión Europea presentó un nuevo Paquete Europeo de Energía Eólica para fortalecer la competitividad de la industria y abordar varias dificultades que enfrenta. El paquete busca atender diversas preocupaciones planteadas por la industria en relación con la capacidad de producción, prácticas competitivas desleales de terceros países, escasez de habilidades, etc.

Por ello, hemos elaborado este documento que detalla toda la información relevante sobre el nuevo paquete y el plan de acción de seis pilares que aborda las preocupaciones de la industria.

ESP Grayling-Brussels-European-Wind-Power-Package-October-2023

¿A quién llamo si quiero hablar con Europa?

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La pregunta se atribuye al ex secretario de estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, quien la habrá articulado para mostrar su frustración ante la dispersión del poder en Europa y la dificultad de negociar con tantos países. En los últimos años, sin embargo, la Unión Europea ha dado numerosos pasos hacia una mayor eficiencia en la toma de decisiones colegiadas, como ha quedado patente primero, con la respuesta unitaria ante el desafío del Brexit, y más recientemente con la gestión de la respuesta a la pandemia o a la invasión rusa a Ucrania.

Sin embargo, si bien vamos avanzando hacia una mayor unión política en Europa, en el plano empresarial aún queda mucho por hacer. Y es algo que afecta no solo a las empresas europeas sino también a las norteamericanas, las chinas o las de cualquier otra región que quiera vender sus productos o servicios dentro del mercado común. Ya no hay fronteras económicas o comerciales, pero las diferencias sociales y culturales siguen suponiendo una barrera importante a la hora de hacer una comunicación eficaz de cara a los consumidores.

Éramos pocos y parió la abuela

Y no solo a los consumidores les afecta. Si ya resultaba complicado tener que cumplir con la legislación de 17 Comunidades Autónomas, hacer negocio en la UE sigue requiriendo un conocimiento experto de 27 jurisdicciones diferentes, además de una buena comprensión de las directivas que vienen de Bruselas.

Una de las fortalezas de Grayling es contar con la experiencia y los conocimientos necesarios para navegar un entorno tan complejo como el europeo. Somos una de las consultoras de comunicación con mayor presencia en Europa continental, desde la Península Ibérica hasta los Balcanes. Y además de contar con oficinas locales con profesionales con muchos años de experiencia asesorando a empresas en todos los ámbitos de Comunicación y Asuntos Públicos, Grayling Bruselas completa el puzle gracias a su profundo conocimiento de las instituciones comunitarias.

Sin embargo, no podremos dar respuesta a la pregunta que encabeza este post mientras la construcción de una opinión pública realmente europea siga siendo una quimera. Es curioso que, tras la salida del Reino Unido de la UE, los empresarios de otras regiones que quieren entender qué ocurre en Europa, siguen recurriendo a medios como The Economist o el Financial Times, que por muy prestigiosos y objetivos que sean, no dejarán de ofrecer una perspectiva anglo-céntrica sobre una región política de la que las Islas Británicas ya no forman parte.

Estados Unidos no se liberó del todo del colonialismo británico hasta que lograra que la imagen de su país que se proyectaba en el exterior no dependiera de redactores de agencias como Reuters, que tenían su sede en Londres y no se cansaban de recurrir a tópicos y lugares comunes con los que los norteamericanos poco se sentían identificados. Es un fenómeno que en España, en cierta medida, observamos hoy -y que nos revuelve los sesos-, por ejemplo, cada vez que un medio anglosajón recurre en sus titulares a clichés como “Spanish Lessons”, cuando hemos hecho algo bien, o “The Pain in Spain” cuando nos vienen mal dadas. Y eso sin mencionar los tópicos sobre los toros, la paella o el Flamenco.

Por esta razón, si por ninguna otra, es fundamental seguir fomentando el intercambio económico, político y cultural entre los países de nuestro continente, para que nos conozcamos cada vez mejor y entendamos los múltiples matices que enriquecen nuestras culturas. Y ojalá, de esta forma, tarde o temprano, podamos decir que el sucesor de Kissinger sí tendrá un número al que llamar y a través del cual recibirá una respuesta que nos represente a todos. Mientras tanto, y ante ese horizonte aún lejano, en Grayling nos sigue ilusionando poder desentrañar la complejidad de nuestro continente para el inversor foráneo.

Adrian Elliot, director en Grayling

Qué esperar de la COP 26

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El tiempo corre hacia el inicio de la cumbre climática COP 26, con organizaciones públicas, privadas y del sector terciario haciendo los últimos preparativos para participar en lo que podría ser el mayor evento internacional jamás organizado en el Reino Unido. Aunque esta cumbre tiene lugar cada año, excepto la de 2020, que tuvo que ser cancelada por la pandemia, la de Glasgow es la más importante desde la de París, y los ministros del Reino Unido han tratado de tener en cuenta las principales “lecciones” de aquella histórica conferencia de 2015 a la hora de preparar esta nueva edición.

Una de esas lecciones fue la importancia de una “carrera de fondo” antes del evento, en la que los funcionarios franceses buscaron acuerdos con stakeholders internacionales dos años antes del comienzo de la cumbre de París. En 2015, el Gobierno francés puso todo el peso del Estado en el evento, estableciendo al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, que en los años 80 había sido el primer ministro más joven de la historia de Francia en el presidente más eficaz de la COP.

Alok Sharma, ex secretario de negocios del Reino Unido, es el presidente de la COP de este año y ha realizado un gran trabajo diplomático al haber viajado a más de 30 países en los últimos 12 meses. Sin embargo, mientras él ha acumulado millas aéreas, los preparativos del Reino Unido se han visto significativamente obstaculizados por la pandemia y las tensiones geopolíticas, y actualmente Londres sigue luchando para tratar de garantizar la asistencia de los principales líderes mundiales, incluido el presidente chino Xi Jinping, que en el momento de escribir este artículo aún no ha respondido a la invitación.

La ausencia de Xi podría suponer un reto especial para el Gobierno británico a la hora de organizar una cumbre exitosa. China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y Xi, junto con el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue un actor fundamental en la preparación de la cumbre de París en 2015. Esto incluyó el impulso que dio a la firma del acuerdo climático entre Estados Unidos y China ese año, que ayudó a allanar el camino para asegurar el nuevo tratado climático mundial en Francia.

El hecho de que todavía queda mucho por hacer, desde el punto de vista diplomático, para encarrilar a Glasgow fue destacado por Sharma a principios de este mes, cuando advirtió de que “la COP 26 no es un photocall ni una tertulia. Debe ser el foro en el que pongamos al mundo en la senda de obtener resultados concretos en materia climática. Y eso depende ante todo de los líderes”.

La diplomacia climática se intensifica en octubre y noviembre

Con el “éxito” de noviembre lejos de estar asegurado, Londres, junto con sus principales aliados, está ahora inmerso en un gran esfuerzo diplomático mundial en torno al clima.  Esto comenzó el mes pasado en las Naciones Unidas en Nueva York, cuando el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, se reunió con sus homólogos de todo el mundo para tratar de conseguir avances en cinco áreas prioritarias clave:

  • La transición energética
  • El cambio hacia un transporte con cero emisiones de carbono
  • Adaptación y resiliencia
  • Naturaleza y salvaguarda de los ecosistemas
  • Liberar la financiación verde

Será muy difícil llegar a acuerdos sustanciales en todas estas áreas este otoño. En privado, algunas figuras clave que participan en las conversaciones han admitido que el objetivo principal de conseguir suficientes compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de las principales economías probablemente no alcanzará la reducción en un 50% necesaria esta década para limitar el calentamiento global al límite de 1,5 grados Celsius acordado en París.

El objetivo, por lo tanto, puede ser el de intentar mantener vivo el reto de los 1,5 grados con Glasgow estableciendo potencialmente una vía para evitar el peor impacto del cambio climático en las próximas décadas. Un acuerdo de este tipo en Glasgow podría permitir la actualización de los compromisos de emisiones en los próximos años para intentar que el mundo se mantenga dentro de los niveles de carbono recomendados por los científicos.

Sin embargo, incluso ese objetivo sigue estando de momento en la cuerda floja, y por eso el Gobierno británico está llevando a cabo un importante despliegue diplomático, incluso en la cumbre de líderes del G20 de este mes en Italia. En Nueva York el mes pasado, por ejemplo, los esfuerzos del Reino Unido se vieron favorecidos por varios anuncios de alto nivel, como la promesa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de trabajar con el Congreso de su país para intentar cuadruplicar el compromiso financiero de Estados Unidos para ayudar a las naciones en desarrollo a afrontar la crisis climática, hasta los 11.400 millones de dólares al año.

Sin embargo, incluso con este nuevo impulso económico, el objetivo de un nuevo e importante fondo de 100.000 millones de dólares de los países industrializados para la ayuda climática al mundo en desarrollo sigue siendo un déficit de unos 10.000 millones de dólares al año. Por lo tanto, otros países también tendrán que rascarse el bolsillo.

Por tanto, aún falta mucho por hacer, y el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, volvió a advertir el mes pasado que “si no cambiamos el rumbo, podemos estar abocados a un aumento catastrófico de la temperatura de más de 3 ºC este siglo” por encima de los niveles preindustriales. Instó a todos los países a avanzar lo más rápido posible hacia la neutralidad en carbono para limitar el aumento de la temperatura a no más de 1,5 grados. Por ello, tanto el Gobierno británico como las Naciones Unidas están redoblando sus esfuerzos para animar a los países a adoptar objetivos más estrictos de reducción de emisiones para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados y garantizar que los países en desarrollo que se encuentran en primera línea de la crisis climática reciban un mayor apoyo financiero.

Crear una hoja de ruta para después de la cumbre de Glasgow

Aunque Glasgow será una etapa clave en la batalla contra el calentamiento global, Guterres y otros actores clave ya están mirando hacia adelante también en caso de que la COP no cumpla con las altas expectativas que la rodean. Tras los desafíos de la presidencia de Trump, y con Biden en el poder hasta al menos enero de 2025, y potencialmente durante cuatro años más, puede haber ahora un horizonte de 3 a 7 años para actuar en lo que el presidente de EE.UU. ha llamado una “década decisiva”.

Lo que los principales funcionarios de la ONU y otros esperan, si se puede aprovechar esta oportunidad, es el desarrollo y la aplicación de una hoja de ruta clara hacia la década de 2030. Si bien este puente hacia la próxima década aún requiere una mayor definición, implica no sólo el establecimiento de objetivos ambiciosos, sino también la creación del marco para cumplirlos.

Para ello es necesario aplicar los acuerdos de París y de Glasgow a través de las leyes nacionales, siempre que sea políticamente factible, para que sean más eficaces. Los “compromisos” propuestos por los países hasta ahora, que se espera que se mejoren en noviembre, serán más creíbles -y duraderos- si están respaldados por la legislación cuando esto sea posible.

En Estados Unidos, parte de la razón por la que el entonces presidente Donald Trump pudo desandar el camino andado por Obama con la ratificación de París con relativa facilidad fue que, políticamente, era imposible conseguir que el tratado se aprobara en el Congreso. Por ello, Obama incorporó el acuerdo mediante una orden ejecutiva, que Trump anuló, antes de que Biden la restableciera este año.

En comparación con las órdenes ejecutivas, la legislación es más difícil de revertir. Y esto es así sobre todo cuando se cuenta -como en muchos países- con el apoyo de legisladores bien informados y multipartidistas que pueden poner en marcha un conjunto creíble de políticas y medidas para garantizar su aplicación efectiva.

Si bien los compromisos climáticos asumidos a nivel mundial aún no son suficientes para alcanzar el objetivo de 1,5 grados, se están estableciendo marcos legales nacionales que son bloques de construcción potencialmente cruciales para medir, informar, verificar y gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero. En el futuro, el objetivo debe ser que estos marcos se reproduzcan progresivamente en más países. Y ya hay algunos indicios claros de que esto está ocurriendo en numerosos territorios, desde Asia-Pacífico hasta América, a medida que los países tratan de endurecer su respuesta al calentamiento global.

De cara al futuro, Glasgow todavía tiene el potencial de ayudar a crear y poner en práctica lo que podría ser una base de desarrollo sostenible global para miles de millones de personas en todo el mundo. Esto debe comenzar con la aplicación rápida y completa de París, pero tiene que ir más allá y aprovechar la mayor ambición climática que, con suerte, ofrecerá la cumbre de noviembre.

Andrew Hammond dirige Quiller Consultants, y encabeza la oferta de asuntos internacionales de Quiller y Grayling. Ha participado en el proceso de la COP desde Copenhague en 2009, y está proporcionando asesoramiento estratégico a los clientes antes y después de la cumbre de Glasgow en base a criterios ASG.

Para más información, por favor escribe a: globalaffairs@grayling.com 

What to expect at COP 26

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The clock is ticking to the start of the COP 26 climate summit with public, private and third sector organisations making final preparations for engaging with what may prove to be the largest ever UK-hosted international event. While COPs are held every twelve months, except for 2020 during the first year of the pandemic, Glasgow is the most important since Paris, and UK ministers have sought to learn key ‘lessons’ from that landmark 2015 conference.

One of those learnings is the importance of a long ‘run-in’ prior to the event with French officials engaging international stakeholders for two years before the start of Paris. The French Government threw the full weight of the state behind that 2015 event with then-foreign minister Laurent Fabius, who was in the 1980s France’s youngest ever prime minister, the most effective ever COP president.

Former UK business secretary Alok Sharma is this year’s COP president and he has done extensive diplomatic legwork having flown to more than 30 countries this year alone. Yet, while he has clocked up the air miles, UK preparations have been significantly hampered by the pandemic and geopolitical tensions, and London is currently still scrambling to try to ensure attendance of key world leaders, including Chinese President Xi Jinping who at the time of writing has still not confirmed whether he will attend.

Xi’s absence, if he doesn’t travel to Glasgow, could be a particular challenge for the UK Government delivering a successful summit. China is the world’s largest emitter of greenhouse gas emissions and Xi, alongside then-US president Barack Obama, was a pivotal player in the build-up to Paris in 2015. This included the momentum he brought to the signing of the US-China climate agreement that year that helped pave the way for securing the new global climate treaty in France.

The fact that there is still much left to do, diplomatically, to get Glasgow on track was highlighted by Sharma earlier this month when he made a point of warning that “COP 26 is not a photo op or a talking shop. It must be the forum where we put the world on track to deliver on climate. And that is down to leaders”.

Climate diplomacy super-surge in October and November

With ‘success’ in November far from certain, London along with key allies is now engaged in a global diplomatic climate super-surge.  This began in New York last month at the United Nations when UK Prime Minister Boris Johnson met counterparts from across the world to try to get progress in five key priority areas, namely;

  • The energy transition
  • The shift to zero-carbon transport
  • Adaptation and resilience
  • Nature and safeguarding of ecosystems
  • Unleashing green finance

It will be enormously hard to get substantive deals in all of these areas this Autumn. Privately, some key figures involved in the talks have admitted that a key headline goal of securing enough pledges on greenhouse gas emission cuts from major economies will most likely fall short of the halving needed this decade to limit global warming to the 1.5C cap agreed in Paris.

The goal instead may therefore become that of trying to keep 1.5C ‘alive’ with Glasgow potentially setting a pathway to avoid the worst impact of climate change in the decades to come. Any such Glasgow deal could allow for future updates to emissions pledges in the next few years to try to allow the world to stay within scientific advice on carbon levels.

Yet, even that goal remains in the balance for now, and that is why the UK Government is undertaking a diplomatic surge, including at this month’s G20 leadership summit in Italy. In New York last month, for instance, UK efforts were aided by several high-profile announcements, including US President Joe Biden’s pledge to work with Congress to try to quadruple the US financial commitment to help developing nations confront the climate crisis to 11.4 billion dollars per year.

However, even with this new money, the target for an important new fund of 100 billion dollars from industrialised countries for climate help to the developing world is still an estimated 10 billion dollars a year short. So other countries will also need to dig deeper into their pockets too.

With much therefore yet to fall in place, United Nations Secretary General António Guterres warned again last month that “if we don’t change course, we may be headed for a catastrophic temperature rise of more than 3C this century” above pre-industrial levels. He urged all countries to move as quickly as possible to carbon neutrality to limit temperature rises to no more than 1.5C. Both the UK Government, and the United Nations are therefore now doubling down on the process of encouraging countries to adopt tougher emission reduction targets to limit the global temperature rise to 1.5C, and ensure that developing countries on the frontline of the climate crisis get increased financial support.

Creating a post-Glasgow summit roadmap

While Glasgow will be a key staging post in the battle against global warming, Guterres and other key players are already looking ahead too in case the COP fails to deliver on the high expectations surrounding it. Following the challenges of the Trump presidency, and with Biden in power till at least January 2025, and potentially for four years on top of that, there may now be a 3-7 year opportunity to act in what the US president has called a ‘decisive decade’.

What key UN officials and others are hoping, if this opportunity can be harnessed, is development and implementation of a clear roadmap into the 2030s. While this bridge to the next decade still requires greater definition, it involves not just setting ambition targets, but also creating the framework for meeting them.

This requires implementation of the Paris and any Glasgow deals through national laws where politically feasible to make them most effective. The country ‘commitments’ put forward so far, which will hopefully be enhanced in November, will be most credible — and durable — if they are backed up by legislation where this is possible.

In the United States, part of the reason then-president Donald Trump was able to go about unravelling Obama’s Paris ratification so relatively straightforwardly is that it was, politically, impossible to get the treaty approved in Congress. Obama therefore embedded the agreement through executive order, which Trump rescinded, before Biden reinstated it this year.

Compared to executive orders, legislation is more difficult to roll back. And this is especially when supported — as in many countries — by well informed, cross-party lawmakers who can put in place a credible set of policies and measures to ensure effective implementation.

While world-wide climate pledges made are not yet enough for 1.5C, domestic legal frameworks are being put in place that are potentially crucial building blocks to measure, report, verify and manage greenhouse gas emissions. In the future, the ambition must be that these frameworks are replicated in even more countries, and progressively ratcheted up. And there are some clear signs of this happening already in numerous states, from Asia-Pacific to the Americas, as countries seek to toughen their response to global warming.

Going forward, Glasgow therefore still has the potential to help co-create, and implement, what could be a foundation of global sustainable development for billions across the world. This must start with speedy, comprehensive implementation of Paris, but needs to move beyond this and capitalise on the greater climate ambition that November’s summit will hopefully offer.

Andrew Hammond leads Quiller Consultants, and heads the global affairs offer of Quiller and Grayling. He has been engaged in the COP process since Copenhagen in 2009, and is providing strategic counsel to clients before and after the Glasgow summit on ESG issues.

For more information, please contact: globalaffairs@grayling.com 

What to expect at COP 26

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The clock is ticking to the start of the COP 26 climate summit with public, private and third sector organisations making final preparations for engaging with what may prove to be the largest ever UK-hosted international event. While COPs are held every twelve months, except for 2020 during the first year of the pandemic, Glasgow is the most important since Paris, and UK ministers have sought to learn key ‘lessons’ from that landmark 2015 conference.

One of those learnings is the importance of a long ‘run-in’ prior to the event with French officials engaging international stakeholders for two years before the start of Paris. The French Government threw the full weight of the state behind that 2015 event with then-foreign minister Laurent Fabius, who was in the 1980s France’s youngest ever prime minister, the most effective ever COP president.

Former UK business secretary Alok Sharma is this year’s COP president and he has done extensive diplomatic legwork having flown to more than 30 countries this year alone. Yet, while he has clocked up the air miles, UK preparations have been significantly hampered by the pandemic and geopolitical tensions, and London is currently still scrambling to try to ensure attendance of key world leaders, including Chinese President Xi Jinping who at the time of writing has still not confirmed whether he will attend.

Xi’s absence, if he doesn’t travel to Glasgow, could be a particular challenge for the UK Government delivering a successful summit. China is the world’s largest emitter of greenhouse gas emissions and Xi, alongside then-US president Barack Obama, was a pivotal player in the build-up to Paris in 2015. This included the momentum he brought to the signing of the US-China climate agreement that year that helped pave the way for securing the new global climate treaty in France.

The fact that there is still much left to do, diplomatically, to get Glasgow on track was highlighted by Sharma earlier this month when he made a point of warning that “COP 26 is not a photo op or a talking shop. It must be the forum where we put the world on track to deliver on climate. And that is down to leaders”.

Climate diplomacy super-surge in October and November

With ‘success’ in November far from certain, London along with key allies is now engaged in a global diplomatic climate super-surge.  This began in New York last month at the United Nations when UK Prime Minister Boris Johnson met counterparts from across the world to try to get progress in five key priority areas, namely;

  • The energy transition
  • The shift to zero-carbon transport
  • Adaptation and resilience
  • Nature and safeguarding of ecosystems
  • Unleashing green finance

It will be enormously hard to get substantive deals in all of these areas this Autumn. Privately, some key figures involved in the talks have admitted that a key headline goal of securing enough pledges on greenhouse gas emission cuts from major economies will most likely fall short of the halving needed this decade to limit global warming to the 1.5C cap agreed in Paris.

The goal instead may therefore become that of trying to keep 1.5C ‘alive’ with Glasgow potentially setting a pathway to avoid the worst impact of climate change in the decades to come. Any such Glasgow deal could allow for future updates to emissions pledges in the next few years to try to allow the world to stay within scientific advice on carbon levels.

Yet, even that goal remains in the balance for now, and that is why the UK Government is undertaking a diplomatic surge, including at this month’s G20 leadership summit in Italy. In New York last month, for instance, UK efforts were aided by several high-profile announcements, including US President Joe Biden’s pledge to work with Congress to try to quadruple the US financial commitment to help developing nations confront the climate crisis to 11.4 billion dollars per year.

However, even with this new money, the target for an important new fund of 100 billion dollars from industrialised countries for climate help to the developing world is still an estimated 10 billion dollars a year short. So other countries will also need to dig deeper into their pockets too.

With much therefore yet to fall in place, United Nations Secretary General António Guterres warned again last month that “if we don’t change course, we may be headed for a catastrophic temperature rise of more than 3C this century” above pre-industrial levels. He urged all countries to move as quickly as possible to carbon neutrality to limit temperature rises to no more than 1.5C. Both the UK Government, and the United Nations are therefore now doubling down on the process of encouraging countries to adopt tougher emission reduction targets to limit the global temperature rise to 1.5C, and ensure that developing countries on the frontline of the climate crisis get increased financial support.

Creating a post-Glasgow summit roadmap

While Glasgow will be a key staging post in the battle against global warming, Guterres and other key players are already looking ahead too in case the COP fails to deliver on the high expectations surrounding it. Following the challenges of the Trump presidency, and with Biden in power till at least January 2025, and potentially for four years on top of that, there may now be a 3-7 year opportunity to act in what the US president has called a ‘decisive decade’.

What key UN officials and others are hoping, if this opportunity can be harnessed, is development and implementation of a clear roadmap into the 2030s. While this bridge to the next decade still requires greater definition, it involves not just setting ambition targets, but also creating the framework for meeting them.

This requires implementation of the Paris and any Glasgow deals through national laws where politically feasible to make them most effective. The country ‘commitments’ put forward so far, which will hopefully be enhanced in November, will be most credible — and durable — if they are backed up by legislation where this is possible.

In the United States, part of the reason then-president Donald Trump was able to go about unravelling Obama’s Paris ratification so relatively straightforwardly is that it was, politically, impossible to get the treaty approved in Congress. Obama therefore embedded the agreement through executive order, which Trump rescinded, before Biden reinstated it this year.

Compared to executive orders, legislation is more difficult to roll back. And this is especially when supported — as in many countries — by well informed, cross-party lawmakers who can put in place a credible set of policies and measures to ensure effective implementation.

While world-wide climate pledges made are not yet enough for 1.5C, domestic legal frameworks are being put in place that are potentially crucial building blocks to measure, report, verify and manage greenhouse gas emissions. In the future, the ambition must be that these frameworks are replicated in even more countries, and progressively ratcheted up. And there are some clear signs of this happening already in numerous states, from Asia-Pacific to the Americas, as countries seek to toughen their response to global warming.

Going forward, Glasgow therefore still has the potential to help co-create, and implement, what could be a foundation of global sustainable development for billions across the world. This must start with speedy, comprehensive implementation of Paris, but needs to move beyond this and capitalise on the greater climate ambition that November’s summit will hopefully offer.

Andrew Hammond leads Quiller Consultants, and heads the global affairs offer of Quiller and Grayling. He has been engaged in the COP process since Copenhagen in 2009, and is providing strategic counsel to clients before and after the Glasgow summit on ESG issues.

For more information, please contact: globalaffairs@grayling.com